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Un año después de Costa Rica

  • Genaro Garofalo
  • Jan 15, 2017
  • 2 min read

Pisar por primera vez suelo desconocido provoca una emoción acompañada con incertidumbre, tus planes se ven tan organizados en tu agenda pero estas conciente de que un millón de cosas pueden hacerlos cambiar en el transcurso. Y ahí me encontraba yo pisando por primera vez suelo costarricense ya en el aeropuerto de San José, Juan Santamaría.

Una de los primeros detalles que olvide, como principiante al fin, fue la topografía de Costa Rica. Una cadena montañosa atraviesa el país de nordeste a sudeste, por lo que el tipo de vehiculo que debes rentar va a depender mucho del lugar donde te vas a quedar. Si tienes una reservación en lujoso hotel cerca del área de San José , no tienes mucho que preocuparte. Mi caso era algo diferente, mis primeras tres noches eran en una hermosa cabaña de madera en el tope de alguna montaña de la cuidad Santiago de Puriscal. Ubicada en una hermosa y remota finca, la cual mi GPS no pudo registrar correctamente, la travesía de hora y media se había convertido en un laberinto. En los próximos minutos me encuentro manejando un Toyota Yaris en carreteras sin pavimento, sin tener idea para donde voy, preguntándole a ciudadanos que tampoco sabían para donde yo iba. Recordando las palabras de una gran amiga "solo serán mas anécdotas” comencé desde cero nuevamente mi búsqueda, logre comunicarme con el propietario de la finca para poder establecer un punto de encuentro que el GPS reconociera y así poder encontrar el lugar. Finalmente logre experimentar esa vida de campo costarricense, fuera de lo tradicional, una cabaña rustica solo para mi, a merced de las estrellas, sin contaminación lumínica y tan solo por $40 USD la noche.

En tan solo seis días pude llevarme experiencias que estarán conmigo para siempre. Desde montar a caballo en las hermosas fincas de Jacó, hasta quedarme en una espectacular casa de árbol con vista a la ciudad. Subir al volcán Poás, que forrado de neblina apenas se podía distinguir. Caminar por las concurridas calles de San José, ver las decenas de cocodrilos del Río Tárcoles y los amigables monos araña de Geoffroy en la playa Manuel Antonio. Suculentos platos de "Casado” que deseaba que no tuvieran fin y la aventura de comprar en una moneda totalmente desconocida. Tanto por descubrir en un país tan versátil, seis días te dan para saber que volverás, pero te llevas la certeza de que pudiste! Pudiste poner en practica los planes alternos, que casi nunca están escritos, suelen ser tu propio instinto de supervivencia. Pudiste, disfrutar de otra cultura, otros estilos de vida, pudiste ser libre por tu cuenta.

Hasta la próxima Costa Rica ... ¡Pura Vida!

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Viajero a tiempo parcial, compartiendo mis experiencias y aventuras por el mundo, con el fin de demostrar que viajar puede ser para todo aquel que se lo proponga.   

 

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